En el año 2004, Ángel Martínez era un entusiasta profesor de literatura española en Madrid, ermitaño, con pocas habilidades sociales, admirador de la literatura rusa, en especial los autores del siglo XIX, Gogol, Dostoievski, Chéjov, aquellos que habían explorado los caminos aparentemente insondables del alma humana.
Cumplía lo mejor que podía sus labores docentes, pero sentía, como tantos otros maestros, que su labor no siempre era apreciada ni por los alumnos, ni por los padres de familia, ni por los propios colegas. Esa desazón la combatía disfrutando en soledad de los escritores clásicos españoles, o inmerso en lo que consideraba una maravilla: los misterios del internet.
Ducho lector, se fue convirtiendo en un gran conocedor de las redes. Ese año, vísperas del cuarto centenario de la publicación del primer tomo del Quijote, decidió hacer un homenaje privado al gran Cervantes que iba a consistir en la copia manuscrita del célebre libro.
Cuando un amigo conocedor le hizo saber la inutilidad de tal esfuerzo, que además tenía como antecedente el cuento de Jorge Luis Borges titulado “Pierre Menard, autor del Quijote”, en el que, de una manera muy ingeniosa, el escritor argentino imagina a un fulano que copia el texto cervantino y le pone su nombre, Ángel, en largas peroratas, argumentaba que era cosas diferentes. Menard, llevaba su atrevimiento al punto de sustituir al autor, mientras que él solo deseaba homenajear a Miguel de Cervantes Saavedra de manera inusual.
Cada loco con su tema, como se dice, y Ángel Martínez en 2005 tenía terminado de copiar de puño y letra el primer tomo del Quijote y se lo mostró a unos cuantos cercanos que encontraron en el hecho una buena razón para tertulias rociadas de vino, alegradas con quesos manchegos y jamón ibérico, a las que Ángel acudía con cierta desazón con un aire de misántropo, temeroso de perder su capote en manos de facinerosos, al salir en la madrugada en el barrio popular llamado Lavapiés. El nombre de Cervantes era una buena bandera para celebraciones.
Andando el tiempo, hubo una crisis en la educación española, cambiaron planes y programas y Ángel Martínez pensó que era bueno para él buscar otros horizontes. Aconsejado por un experto escogió El Ecuador. Le pareció el mejor lugar.
Y así fue como llegó a Loja como profesor en una universidad privada en la que pronto se hizo muy conocido y apreciado, por su vena artística, pues, a pesar de su carácter huraño, sabía cantar y tocar guitarra y sus clases que eran ordenadas y originales.
El Rector lo tomó inmediatamente en cuenta y lo invitó a su casa en varias ocasiones y así pudo enterarse de las otras habilidades de Martínez, la de experto en manejo de sistemas. El profesor de literatura se convirtió en la figura más popular del claustro pues creó un sistema de educación a distancia original que en dos años consiguió que los alumnos de la universidad pasasen de cinco mil a treinta mil. Un éxito por donde se le mira.
El Rector entonces, queriendo halagar a Martínez, le propuso que copiase la segunda parte del Quijote, quien inicialmente no se mostró muy animado, porque en él mismo, la campaña en contra había hecho alguna mella. El Rector encontró un buen argumento: no es por íntima satisfacción solamente, publicaremos los dos tomos. Ángel sonrió, complacido.
En 2016, en días de abril, que fueron los mismos de un sismo que asoló al Ecuador, hubo un importante homenaje a Cervantes y uno de los ponentes, como es de suponer, fue Ángel Martínez. Otro de los invitados fue Darío Villanueva, Director de la Real Academia Española y Presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española.
En la ceremonia final, en medio de discursos, en el momento de mayor solemnidad, el Rector obsequió los dos tomos manuscritos del célebre de Cervantes a Darío Villanueva, quien agradeció con circunspectas palabras. Los dos tomos pesaban bastante, lo pude notar desde lejos. Villanueva se acercó a mí y me dijo, qué hago con esto. Tienes que llevarlos a Madrid, le respondí. Ahora vienen tus ejemplares, remató, con una sonrisa.
Y así fue, tengo en mi casa, en Lima, para el que quiero verlos, dos tomos de El Quijote, manuscritos por Ángel Martínez. La carátula dice: Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes. Edición manuscrita. Ángel Martínez de Lara. UTPL 2016. ¿Comprenden ustedes por qué la Universidad Técnica de Loja se ha convertido en algo inolvidable?
Por Marco Martos, escritor y poeta piurano. Presidente de la Academia Peruana de la Lengua