Con el objetivo de sumar esfuerzos para una mejor implementación de medidas de bioseguridad en los campos de cultivo de banano y plátano, contra la plaga denominada Fusarium R4T en Piura, el ministro de Desarrollo Agrario y Riego, Federico Tenorio Calderón, y el jefe nacional del SENASA, Miguel Quevedo Valle, desarrollaron una reunión técnica con agricultores del sector y autoridades locales.
El control de esta enfermedad es sumamente importante para Piura, en su condición de primera región productora y exportadora de banano orgánico, con 9 mil hectáreas, y supera las 17 mil hectáreas al sumar la producción de banano convencional. En la presente campaña se han certificado más de 43,223 mil toneladas de banano a diferentes destinos como Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Canadá, Corea del Sur, Finlandia, Italia, Japón y Países Bajos.
Como parte de su agenda, el ministro Tenorio llegó hasta el predio donde se confirmó la presencia de Fusarium R4T y verificó las acciones de control que se realizaron en la zona, así como las medidas de bioseguridad que se han implementado en sectores periféricos al foco, como factor de prevención.
Luego del recorrido por las zonas productivas de banano y plátano, Tenorio, junto al jefe de Senasa, entregó a los productores kits básicos de bioseguridad, que incluyen indumentaria personal, desinfectante, cepillo de limpieza, baldes y pediluvios, herramientas esenciales para evitar que el Fusarium R4T ingrese a sus campos.
Esta actividad forma parte del plan de acción del SENASA contra la marchitez por Fusarium R4T, que tiene por objetivo lograr que los productores de banano del sector Chocán, en Querecotillo, ejecuten las medidas de bioseguridad necesarias para prevenir la dispersión del patógeno.
La entrega de los kits se realizó en el Centro de Operaciones Foc R4T, que funciona en Querecotillo y en donde el SENASA planifica y evalúa sus acciones operativas y logísticas que han permitido, hasta la fecha, mantener bajo control la plaga.
Fusarium Raza 4 Tropical
La enfermedad es causada por un hongo que habita en el suelo y forma estructuras de resistencia que permiten que sobreviva por más de 30 años, lo que hace difícil su manejo y control.
Se dispersa, principalmente, por el movimiento de material de propagación (cormos, hijuelos) infectados a través del suelo que se adhiere al calzado de personas, herramientas y vehículos que entran a los cultivos, así como del agua de escorrentía o de riego que puede arrastrar partículas del suelo que portan el hongo, desplazándolo hacia otras zonas.
