Cada 29 de septiembre se conmemora el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Un llamado a la acción sobre la crisis alimentaria que existe en el mundo, donde solo en el continente americano se desperdicia alrededor de 127 millones de toneladas de alimentos por año. Mientras que, según el Índice Global del Hambre, en el Perú hay más de 16 millones de habitantes que padecen carencias nutricionales, hambruna crónica o desnutrición.
La producción de alimentos
De acuerdo con Alberto Huiman, profesor de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad ESAN, ante el incremento poblacional, se presenta un aumento en la demanda de alimentos, pero existe una fracción que no es aprovechada. De acuerdo con el Índice de desperdicio de alimentos (2021) “el desperdicio alimentario de hogares, establecimientos minoristas y la industria de servicio de alimentos a nivel mundial es de 931 millones de toneladas cada año”. Mientras que cerca de 570 millones de toneladas se generan a nivel doméstico. Asimismo, Huiman manifestó que a nivel nacional la industria alimentaria tiene como finalidad minimizar los residuos generados en la cadena de suministro. Para ello, se desarrollan distintas propuestas que tienen como objetivo el reaprovechamiento de los remanentes de la producción de alimentos.
Leyes peruanas
Desde que en 2019, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 29 de septiembre como Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, nuestro país ha emprendido una serie de normativas para estandarizar los procesos de donación y crear beneficios fiscales para que más empresas donen alimentos que han perdido su valor comercial y que son aptos para el consumo humano. Por eso, a la fecha existen tres leyes que intentan reducir el desperdicio alimentario; la primera desde 2016, que promueve la donación de alimentos ante situaciones de desastres naturales (ley 30498). Mientras que en 2019, se aprobó la ley 30988 que busca la reducción y prevención de pérdidas y desperdicios de alimentos; y por último la de 2022 (ley 31477) que promueve acciones para la recuperación de alimentos.
Acciones a implementar
Para Huiman, es fundamental analizar las diferentes áreas que aportan a la generación de residuos alimentarios en el Perú. Añade también, que según los registros de la Municipalidad Metropolitana de Lima, se tiene 2,284 ollas geolocalizadas que alimentan alrededor de 250,000 personas. Una cifra importante que se puede ver beneficiada si se invierte en la formalización de los canales de suministro, infraestructura de almacenamiento, cosecha y poscosecha. Para ello, el especialista de ESAN propone que el Estado realice campañas educativas para concientizar sobre las repercusiones sociales, económicas y ecológicas que genera la pérdida de alimentos. Además, el docente propone la colaboración entre industrias, gobierno y sociedad civil: “Para lograr la sostenibilidad de las medidas, es crucial destacar la importancia de que diferentes sectores (políticos, empresas públicas y privadas relacionadas con la alimentación, instituciones educativas, representantes de los consumidores, entre otros)”, resalta en su informe. Si bien el Perú cuenta con un marco legal para la prevención y reducción de la pérdida y desperdicio de alimentos, es necesario desarrollar instrumentos presupuestales y acciones específicas, como redes de colaboración y redes alimentarias para evitar la pérdida de alimentos. Además, señala que esto se agrava si consideramos que a nivel nacional la industria de alimentos está en mano de pocas empresas.
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